¿Qué pasó entre Lucía y Tato?

La calma nocturna en la casa de Gran Hermano se quebró por una conversación sincera entre Martina Pereyra y Lucía “Luchi” Patrone. En un mano a mano cargado de emociones, Martina abordó un tema que venía acumulando tensión: su incomodidad por la cercanía con Santiago “Tato” Algorta y la necesidad de marcar límites para evitar malentendidos.

La charla surgió tras la salida de Luca Figurelli, con quien Martina había compartido un vínculo afectivo desde el comienzo del reality. Con la partida de Luca aún fresca, y bajo la constante lupa del público y sus compañeros, la joven platense no dudó en pedirle a su amiga una especie de “acompañamiento estratégico”: “Cuando esté con Tato, no te vayas”, soltó sin rodeos. Luchi, sorprendida, trató de explicarle que no siempre puede evitar que queden a solas, pero Martina insistió. “Ya sé… pero no quiero que se dé esa situación”, reiteró, dejando en claro que le preocupa cómo se perciben sus interacciones.

Más allá de su historia con Luca, Martina confesó sentirse expuesta y juzgada. “No quiero estar con dos pibes en la casa”, lanzó, visiblemente incómoda. También mencionó su malestar con Luz Tito, quien, según ella, mantiene una relación cercana con Tato: “Me incomoda. No sé por qué. A él le gusta. Ella me jode… pero igual, son amigos. No quiero que me carguen”.

El temor de Martina no parece ser solo personal, sino también estratégico. En un ambiente como el de Gran Hermano, donde cada gesto se analiza, cualquier acercamiento puede derivar en especulaciones. Por eso, buscó apoyo en Luchi para no quedar atrapada en una narrativa que no le pertenece.

Luchi, por su parte, intentó calmar las aguas: “Tato es muy cariñoso”, dijo, señalando que quizás los gestos del uruguayo no tienen una intención romántica. Aun así, la charla dejó en evidencia que, en la casa más famosa del país, los vínculos se entrelazan con las presiones del juego y la mirada constante del afuera.

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